Carta a mi hijo

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https://youtu.be/FvcqkEjYrdIhttps://youtu.be/N3HWYHca-KU
Esos locos bajitos, Joan Manuel Serrat

Querido hijo mío:

Nunca te he hablado así; es uno de mis defectos. Siempre escondo mis defectos, como si fuera un signo de debilidad. Errores en mi educación que he intentado no cometer en la tuya.

Soy falible, humano y una fuente inmensa de defectos. Aun con todo, he intentado no cometer en tu educación los errores que cometieron en la mía. Pero tengo que pedirte perdón, y espero que, aunque ahora me odies, me perdones con el tiempo. No como yo hice con mi padre, que aún no lo he perdonado y, creo que nunca lo haré. No aprendas esas cosas malas de mí. Sé mejor que yo.

Has llegado muy lejos, más que tu padre. Estoy muy orgulloso de ti. Te vuelvo a decir que perdones ese maldito defecto mío de exigirte más y más: hoy se acaba.

Porque mañana, metafóricamente, vas a tomar las riendas de tu vida. De hecho, ya las has tomado con tu decisión, valiente, de irte a Madrid a estudiar. Me siento orgulloso porque hayas dado ese paso: yo no lo hice y me arrepiento desde entonces.

Tengo miedo por ti, el miedo que se tiene cuando amas a una persona y ves que se va de tu lado. El miedo a que sufras, a no poder estar allí par recogerte cuando caigas o a darte mis anacrónicos consejos sobre la vida, el universo y todo lo demás. Pero sé que lo harás bien. Lo has hecho siempre mejor de lo que se esperaba.

No puedo darte consejos ahora; en realidad, te he estado educando desde que naciste para este momento. Espero haberlo hecho bien, pero confío en ti. Sé que lo harás.

Aunque sí quiero decirte una cosa: no cometas los errores que cometió tu padre.

No renuncies a tus sueños por nada ni por nadie. Sé feliz, busca la felicidad por encima de todo. Aléjate de quien no te quiera o te aprecia, quédate con quien te ame, con quien tolere tus defectos y se alegre de tu felicidad. No vendas tu alma por la comodidad, por lo que los demás digan o piensen de ti. No seas egoísta con los buenos, y tampoco bueno con los egoístas. Sé tú en todo momento, y sé feliz.

Sé feliz, lucha por lo que quieres y por quien quieres, sé valiente sin ser temerario, bueno sin ser tonto. Haz lo que te apasione por encima de todo. Olvídate de lo que se puede ganar o perder: el dinero, los bienes, no son más que adornos en la vida que pocas veces te pueden salvar y muchas hundir. No lo malgastes, pero dale la importancia material que tiene. El dinero no compra la felicidad, tenlo claro.

Cree en ti. Cree en ti más que nadie en el mundo. Confía en ti, porque sólo tú serás capaz de llevarte tan lejos como quieras. Cree en ti, porque sé lo que vales y tienes poder para ser lo que quieras.

No tengas miedo del camino, no tengas miedo de no volver a casa: casa es donde estés tú y la persona con quien quieras compartirlo. No es necesario que casa sea un lugar. Casa es un estado de ánimo: el tuyo. Yo estaré en algún sitio, tampoco sé dónde, por si necesitas refugio o cobertura o un loco con motosierra. Pero yo no soy casa; yo soy fuerte, posada, refugio, cobijo. Siempre estaré contigo. Pero tú ya eres casa dentro de ti.

Escucha a tu cabeza, pero haz lo que te diga el corazón. La cabeza, con sus soluciones racionales, te lleva a una vida aburrida que acabarás odiando, como la odio yo. Sigue a tu corazón, siempre sigue a tu corazón.

Nunca pierdas la curiosidad, no le hagas caso al miedo. Saborea el mundo, la vida, las personas. Mira a tu alrededor con los ojos de un niño, maravíllate del amanecer, de la ternura, de las obras de las personas, de lo grande y de lo minúsculo, de las pequeñas cosas. Nunca dejes de observar el mundo, no como un lugar hostil, sino como un sitio que te enseña que lo bueno y lo malo a veces son las dos caras de una misma moneda.

Nunca te rindas, nunca desesperes. Lucha, lucha, da lo mejor de ti mismo. Pelea por lo que quieres, no abandones, nunca sueltes tu espada ni tu escudo, nunca lo veas todo tan negro ni desfallezcas ni caigas en manos de la desesperación. Nunca veas el fin más allá de cualquier cosa: siempre, siempre hay una solución, y siempre podrás encontrarla. Confía en ti. Yo confío en ti.

Quizá pienses que yo he llegado lejos, pero no estoy donde quería. No estoy donde quería porque no hice caso a mi corazón y no perseguí mis sueños. Ése fue mi error, el resto de errores nacieron de ahí. Sólo tú y tu hermana compensáis esos errores y hacéis que mi vida haya valido la pena.

Espero que este consejo te sirva de algo, que esto te sirva para ser feliz. Si lo eres, cuando lo seas, acuérdate de mí y me dices que no me equivoqué educándote, que todo lo que hice te llevó a ser feliz. Ese será, sin duda alguna, mi mayor logro.

Te quiero, mi chico.