Una cuestión de quiralidad

De cuando estuve loco, Joan Manuel Serrat

Entraron al museo del Louvre. La policía les abría paso con deferencia, por lo que las personas que representaran en el mundo real debían de ser importantes, pero Sonriza veía a un tipo arrastrando una Zodiac y a otro enfundado en su abrigo de ruso, con unos aires de suficiencia que rayaban en lo cómico, y no podía dejar de partirse de risa.

Por aquí, por aquí. Es un caso de suma importancia. Mirad, esta era la sala de la Gioconda, y aquí no está. En su lugar está ese otro cuadro…- dijo Desi, mostrando la sala vacía con un solitario cuadro al fondo.

Pero– dijo Sonriza –esta sala…-

Sí, efectivamente, esta sala no debería de estar aquí. Alguien ha cambiado una sala por otra, se han llevado no solo la Gioconda, sino todo el espacio expositivo.– sentenció Desi. –Me lo vas a decir, que lo he visto con mis propios ojos. De hecho, fui yo quien dio la voz de alarma. Nobleza obliga.

No, Desi. La sala de la Gioconda está a la izquierda, y hemos entrado a la derecha. Siempre ha estado según se entra, a la izquierda. Lo saben hasta los TUs, ¿verdad, Jafar?– y Sonriza lanzó una mirada cómplice a Jafar. Jafar no sabía muy bien lo que pasaba, pero asintió a la bella dama.

No, pequeña saltamontes. La sala de la Gioconda siempre ha estado a la derecha.– dijo Desi, mirándose las manos. –La derecha… ¿es con la que comemos o donde llevamos el reloj?– Desi se miró las manos, y miró a Sonriza, que llevaba un brillante reloj de cuco en la mano derecha. Casualidades de ese día, porque Sonriza no daba mucha importancia a en qué brazo se pone uno un reloj. Y más si es de cuco, tan cuco.

La sala de la Gioconda es ese pasillo del otro lado. Dejadme que lo mire.– Sonriza entró a la sala de al lado. Efectivamente, la Gioconda seguía estando allí. En realidad nunca se había movido. Simplemente, este destarifado se había equivocado de sala.

Jafar, Desi, ¿podéis venir un momento?– les llamó suavemente Sonriza.

Cuando vieron el cuadro en su sitio, Desi estalló de alegría: -Lo ha encontrado, lo ha devuelto. Es la más grande. Su fama incluso se queda corta a la vista de sus hazañas. Poderosa hechicera, ¿cómo habéis traído el espacio a este mundo? ¿Una transformación conforme? ¿Es que la función de cambio de coordenadas tenía alguna singularidad y habéis rodeado el polo? Decidme vuestro secreto, gran maestra.
Sonriza suspiro y cogió la petaca para echar un trago. Este par requerían una dosis de paciencia extra que ella no tenía.

(Continuará)