Quédate aquí

en
Quédate, Funambulista
Afuera está el miedo
atronando a las puertas.
No lo oigas.

Mi chica, no hagas caso
a los gritos de las hienas
que rondan nuestra casa;
ni a los trasgos, orcos, bestias
que acechan en el bosque.
No los oigas.

Préstame a mí tus oídos
y deja que en ellos ponga
el ritmo de tu respiración,
el canto de un jilguero,
la lluvia en las hojas de otoño.

Déjame tus manos
luminosas, tiernas, heridas,
para coger el sol
y colgarlo en tu balcón;
para trenzar tu pelo
dorado y rendido al sueño.

Quédate aquí,
conmigo dentro,
tras estas murallas de amor
que construimos juntos
para parar los golpes de la vida,
las olas que manda el odio,
las mareas de desespero.

Quédate aquí, queda, conmigo;
y olvida trasgos, monstruos, vida.
Guarda aquí tu corazón y tu esperanza,
duerme mientras la vida rompe
contra las murallas desdentadas
que un día
guardaron mi corazón
para que llegara mañana
y cumpliera el último trabajo 
de abrirle las puertas al tuyo.

Duerme hoy conmigo,
mi chica,
que el mundo, 
que la vida
hoy,
mañana,
nunca,
no puede hacernos daño.