20(+1) de abril

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No se me pasó. Quizá esté triste. Quizá es que me acuerdo.

Llevo estas pascuas sin ganas de nada ni de nadie. Viendo películas de lobos solitarios, ansiando con perderme en un lugar frío, nevado, solitario; hastiarme de soledad con buena música, libros y tele.

Me refugio en la música vieja, sobada, casi memorizada. Me cuesta recordar nada nuevo, aprender más cosas, tolerar a la gente. Por renunciar, renuncio incluso a la mujer de belleza y lealtad incomparables que nunca vino a salvarme. De mis pasos en la tierra responda ella, no yo.

Sigo a ciegas el manual, que sirve para hundimientos generalizados y para sortear, a veces con más gloria que pena, los puentes que custodia el diablo, los populosos caminos de la ceguera.

Ayer pasé del 20 de abril. Porque quise, porque lo deseaba desde lo más dentro de mí, porque necesito dos pistolas para vengarme del mundo, porque ya no sales en las películas ni te cruzas en mi vida. Porque estoy roto y necesito tiempo y soledad, o puede que aventura e incertidumbre: me aburro hasta la muerte.

Plural: 4 Comentarios Añadir valoración

  1. azurea20 dice:

    No es ningún consuelo, pero todos tenemos días así. Creo que forman parte de la vida.

  2. Mol dice:

    Coincido con Azurea…y no solo días, tenemos semanas y hasta meses y años así…

    Escribir es mi tabla de salvación porque los escritos salen del alma.

    Me ha encantado el escrito 😉

  3. Seguramente escribir nos salva. De todos nuestros miedos, de nuestra cobardía para no cambiar lo que nos mata lentamente, quizá por algo que acabe con nosotros más rápido y deje un bonito cadáver. Pero mientras tanto, escribimos, lanzamos nuestras botellas al océano y mantenemos un ascua de esperanza en la chimenea. Gracias.

  4. Gracias. Hay días y días. Días que lo bordas y días que lo tiras por la borda. Días en que las renuncias acumuladas en la mochila pesan, en que todo deja de tener sentido y te cansas de ser el aburrido buey que, con la cabeza baja, tira y tira del arado mientras sueña con salir del surco y dibujar un corazón. Hay que construir la esperanza, aunque sea ficticia y con palabras.

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