Mi vida ya no tiene edad

en
Globos de chicle, Luis Ramiro
Un corazón con gusanos,
la manzana de los deseos;
el sabor metálico de la sangre de tu alma
y un certificado de tristeza
firmado por un notario del hastío.

La mirada de los perros y los vencidos,
el olor de las palabras sin pronunciar,
el reflejo de la bala en el aire,
el golpe de la realidad en tu pecho.

Y los poemas que corren más que yo,
los sueños que quedaron con ellos,
el silencio de los sordos de espíritu,
la desazón de las palabras que nunca entiendes,
los sabios cargados de odio y razones,
la humildad de los que siempre ganan,
los locos preñados de razones,
los jueces ciegos que disparan leyes,
este mundo con egoístas en los gobiernos,
con tiranos en las aceras,
con asesinos en los hospitales.

Y tú sin entender nada.
Creyendo que el trigal era mar,
que la noche la mañana.
Que los injustos valen todo,
que tu vida es la ceniza del volcán.
Tú,
que soy yo en este poema sanguinolento,
sin entender nada.

Nada de nada.

Pero no pienses que soy perfecto, Diego Ojeda