Estuve mucho tiempo buscándote sin ponerte rostro siquiera. Cuando había perdido la esperanza, en la hora más oscura, apareciste, y recorrí de tu mano el país de mis sueños. Trajiste mis mejores poemas, el amor de mi vida. Me perdí. Dejé de verte. Perdí el norte y el sentido, me adentré en la selva con la mirada perdida, siguiendo el viento del oeste de Oz, y el corazón roto. Te perdí. Te herí. Te desprecié. Escondí mi vergüenza entre los muros de la pena e hice acopio para el invierno. Y volviste, radiante, luminosa, herida a derribar murallas, a construir puentes, a perdonar agravios. Nunca merecí tanto un amor como el tuyo. Nunca debí cruzar al Otro Lado. Ahora, si me haces un hueco, me quedo contigo de verdad, para siempre.
Un comentario
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Que bella entrada, me recuerda mucho a mi…