Valor añadido

en
Mi problema, Ismael Serrano y Natalia Lafourcade
La conocí
una noche de verano,
cómo no,
en un concierto de Luis Ramiro,
corriendo por las venas de su Madrid de chocolate y rosas.

Lejos de ser
un movimiento caótico,
como todos los que sufrimos los locos inestables,
acabó siendo
paz en mi guerra,
luz en mi tormenta,
nana en mi insomnio.

Acabó siendo
mi mejor pesadilla,
mi pijama favorito,
mi Madrid secreto,
mi isla desierta donde echarla de menos,
mi valor añadido
a una vida de(s)preciada
hasta que apareció,
hasta que apareciste.

Ahora
que no la tengo,
que no tengo,
miro las fotos de Madrid esperando encontrarla
entre las multitudes,
en las manifestaciones,
en Malasaña, Chueca, La latina,
incluso en el Congreso o el Senado.
No pierdo la esperanza
de encontrar su risa
su calor,
su cuerpo,
su sentido y sensibilidad,
la ternura que me hizo llorar en su cama
mientras dibujaba un corazón en su espalda.

Si me lees,
si lees este pobre llanto
que te llama rasgando la noche cuando rompe el día,
mándame una postal,
un email,
un Whatsapp,
una señal de humo
que me indique
que existes,
que estás viva,
que lees poesía y escuchas a Marwan,
que tomas café y tostadas en el desayuno,
que me echas de menos
tanto como yo a ti.

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