El ruido de los días

en

ese a que los fines de semana no suelen ser mi parte preferida de la semana, la vuelta al trabajo me devuelve de manera brusca y violenta a la realidad. La poesía que tenía en mente se ha quedado ahí, tres versos de desamor colgados en tu ausencia.

Y la poca esperanza, la poca ilusión se vuelve lejana, irreal, devorada por estos días voraces y despiadados, por esta guerra que no cesa. Otra vez lo urgente te aleja de lo importante, la felicidad se esconde entre las ruinas surcadas de trincheras, y el lunes, al café del desayuno vuelve la guerra fría, y al cielo de tu boca, el purgatorio, y al dormitorio, el pan de cada día.

¿Está usted en condiciones de abrazar?

Santero y los Muchachos, Carretera del El Saler

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