Nos cruzó la vida en uno de esos vericuetos del destino, en el que tú fingiste conocerme, y yo no vi en ti ninguna desconocida. Aquel día jugamos a contarnos cicatrices, y empezamos a aburrirnos de cuentas tan largas que parecían no tener fin. Aquella noche, pues éste fue un día que tuvo noche, me enseñaste el cuaderno que recogía tus historias y, más tarde, cuando el día perdía su dulce nombre, te dormiste a mi lado. Pasó el tiempo. Leí tu cuadernos. Escuché tus historias. Te vi reír y llorar, cantar y gemir, mirar al sol y aullar a la luna. Quedé prendado de tu alma, prendido de tu boca, intrigado por saber cómo podías soportar tanta guerra a tus espaldas.
Plural: 4 Comentarios
Los comentarios están cerrados.
Increíblemente tierno y emotivo… 😊
Gracias. Y gracias a ella. Quizá todo es «simplemente ella» 🙁
Surgió el amor sin buscarlo! 💕
El amor… Siempre está ahí, hasta en los peores momentos. Aunque no hay que dejar de buscarlo. El que pide, recibe, y el que busca, halla. Saludos!