Aún no acabo de creérmelo, pero por primera vez en mi vida voy a tener un despacho y unas instalaciones nuevas. Entre ahora y septiembre (se alargará todo un año) nos mudamos a los nuevos edificios que mi universidad ha construido para la escuela de ingenierías. Por ser nuevos, por lo que me han dicho, son rutilantes estrellas a la espera de ser conquistadas. El segundo edificio con más metros cuadrados de la universidad.
Así que ahora hay una vorágine de cajas, muebles, precinto y material danzando por los departamentos de este entrañable, viejo, decrépito y comprensivamente dulce edificio de la Facultad de Físicas donde llevo desde 1985 penando por sus estancias, y donde moro, con compañero de despacho incomparable, desde hace 14 años.