Teresa

en

IMG-20151221-WA0010Hoy me he enterado de que Teresa murió, ni siquiera sé cuándo.

Todos debemos lo que somos a un cúmulo de personas. Hay algunas más importantes, otras quizá nos demos menos cuenta de lo que significaron. Y una de las más importantes de mi vida, de las que más me marcó en mi adolescencia, fue Teresa Sánchez Roig, mi profesora de matemáticas durante esos 4 años. Excelente profesora, mejor persona, de alguna manera algo maduré junto a ella y un grupo de profesores, insuperables como personas, que hicieron de mí y de mis compañeros lo que somos. De alguna manera. Si hay una época de mi vida en la que todo iba a ser posible, en la que fui alguien, en la que me comía el mundo, fue en el instituto. Y aprendí mucho de Teresa, muchísimo, no sólo matemáticas. Empecé a descubrir que la vida la hacen las personas, sobre todo las buenas.

Todos acabaremos muriendo. Todos acabaremos dejando este mundo y cediendo a la entropía. Todos dejaremos atrás a quien queremos; uno no deja de pensar en sus hijos y en las personas de quien se siente responsable: ¿qué será de ellos?, ¿serán felices, les irá todo bien? Todos nos iremos, y dejaremos los sueños sin cumplir para que el viento los desguace sin que nadie lo sepa; quizá todo esto sea la fuente de mi melancolía: saber que el tiempo se acaba, la responsabilidad pesa y no puedo fugarme contigo a ver amanecer. Y dejaremos de ser y con nosotros los sueños dejarán de ser sueños, y no me resigno a no verte en mi cama y dedicarme a vivir un poco para mí, y no para los demás.

Gracias, Teresa. Al final no lo hicimos tan mal. Tú lo hiciste fetén. Va por ti.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.