El mulo

Los secretos. Una tarde gris

Resultó que aquellas botellas tenían todas un mensaje. Un mensaje diferente cada una, y había cientos, si no miles. Mensajes que hablaban del amor, de la vida. De las derrotas y las victorias, de la felicidad y la tristeza. Mensajes y mensajes que formaban casi una novela. Mensajes con una firma misteriosa: el Navegante.

Sus misivas llevaron a Sonriza a evocar tierras lejanas y brumosas, a voces y sonidos y músicas amables, tiernas, diferentes. Historias divertidas a la vez que tristes, con chispazos de genialidad, de locura, de buena suerte y, a la vez, todo lo contrario. Era, cuanto menos, curioso. Todo era muy extraño y, a la vez, sugerente.

Su identidad secreta despertó la curiosidad de nuestra protagonista. Puso a trabajar todos sus recursos del Consejo de Sabios. Incluso recurrió a sus contactos en en Zentro Sekreto d Hintelijencia y Hespionage del Rreino (ZS2HR), y descubrió la secreta identidad del lanzador de botellas, no sin un árduo trabajo que requirió 5 segundos del prodigioso cerebro de Sonriza , aunque 4 los usó para abrir una nuez que le apetecía en aquel momento y que encontró debajo de un aparador.

Era un farero vikingo, bebedor impenitente, aficionado a la astronomía, que atesoraba libros y, que al parecer, tenía mucho tiempo libre, tiempo que entretenía escribiendo cartas y lanzándolas en botellas. Estaba justo en el reino de enfrente, al otro lado del mar, cuatro dedos a la derecha según se mira el mapa oficial del Reino de Portapán. Al parecer, tenía más relojes que manos, más libros que ojos y más sombreros que cabezas. Todo en él era muy extraño, casi tan extraño como sus textos.

Sonriza decidió escribirle. También desde el anonimato, por supuesto, pero le habló de alguna manera de sus miedos, de su dolor, de todo aquello que, pese al tiempo y la distancia, compartían. Casi al mismo momento de echar Sonriza su botella se arrepintió, y decidió escribir otra disculpándose, y luego otra disculpándose de la segunda, y al final acabó mandándole, por error, su carnet de Princesa. ¡Cáspita! ¡Había desvelado su identidad al terrible desconocido!

¿Habrá venganza? ¿Vendrán los vikingos del reino de al lado a arrasar la vida de Sonriza? Con la de cosas malas que pasan en este cuento, sería lo más normal, esperable y esperado.