Ventanas

en

Me asomo a ellas, mientras el cielo emploma sus cicatrices y llora, lentamente.

Quiero llorar y no puedo. Quiero volar y sé que no debo.

Me cansa escuchar que todo irá bien, me hastía esta vida contigo y sin mí, cada día más vacío, cada día más negro, cada día más lejos, más viejo.

Y todo se entristece, todo se ennegrece, todo sabe a ceniza y a vómito. No queda resquicio alguno donde hincar la esperanza y resistir otro asalto.

Sigue gris, uniforme, inmutado, demacrado. No llegan correos de retaguardia; la consigna era resistir hasta nueva orden.

Lo peor es saber que nada cambiará, que no volverás, que no hay paz para los malditos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.